Para el lobo by Hannah Whitten

Para el lobo by Hannah Whitten

autor:Hannah Whitten [Whitten, Hannah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO DIECIOCHO

Era como mirar a través de una ventana. No, no era exactamente eso; era más bien como estar atrapada dentro de una ventana, ser parte del cristal. Red intentó moverse y no lo consiguió, no podía sentir las piernas ni los brazos. Su propia conciencia se había estirado hasta casi desaparecer, difuminada y refractada en la luz de aquel espejo.

Neve estaba de pie en el santuario, tras la estatua de Gaya. Su figura era borrosa, pero aun así Red pudo ver que estaba más delgada que antes y que sus mejillas estaban más demacradas. Un vendaje le cubría la mano izquierda.

Intentó llamarla a gritos. Se había olvidado de que no serviría de nada: aquel espejo solo funcionaba en una dirección y solo podía mirar. A lo lejos, vio cómo se movían las cuerdas vocales de su hermana, pero no oyó ningún sonido. Nada.

Aun así, fue como si su grito hubiera despertado algo, como si su deseo hubiera amplificado la magia que había creado el espejo. Poco a poco, la imagen de Neve se fue haciendo más nítida, más sólida.

—Llevamos haciendo esto un mes y todavía no ha regresado. —Su hermana estaba girada hacia un lado, con el ceño fruncido y los ojos oscuros entrecerrados. Tenía el labio apretado entre los dientes, un gesto que hacían las dos cuando estaban nerviosas—. ¿Por qué no ha escapado?

Red no podía distinguir a la persona con la que hablaba Neve, estaba borrosa y oculta por las sombras. Aquel espejo había sido creado para mostrar a la primera hija, y eso era lo único que hacía.

—Llevará su tiempo. —La voz llegaba amortiguada, apenas se podía entender lo que decía—. Como suele ocurrir con lo que es importante. Paciencia, Neveriah.

—¿No hay ninguna manera de acelerar las cosas? —Neve cruzó los brazos por encima de su pecho delgado. Cuando inclinó la cabeza, la luz del fuego iluminó la diadema de plata que llevaba en la cabeza. Era más elaborada que la que solía ponerse. A Red le resultaba familiar por algún motivo perdido en el fondo de su mente, que intentaba salir a la superficie para decirle que algo no iba bien.

—Quizás.

—Dime lo que necesitamos, Kiri. —No era la primera vez que Neve utilizaba aquel tono autoritario, pero ahora parecía tener una fuerza renovada. Era la voz de alguien que no tenía ninguna duda de que la iban a obedecer—. Dímelo y me aseguraré de conseguirlo.

La pausa fue tan larga que se hizo incómoda. La mandíbula de Neve se estremeció una sola vez. Levantó la mano y tocó la diadema para recolocársela sobre la frente.

—Supongo que ya no hay nada que te impida hacerlo, ¿verdad? —Había algo malicioso en aquella voz amortiguada. Algo que hacía que Red sintiera una punzada de dolor a lo largo de su columna—. Ahora que Isla está muerta… Ahora que eres la reina.

«Reina».

Incluso en aquel extraño estado en el que su propia conciencia no formaba parte de ella, notó cómo el aire abandonaba sus pulmones y sintió el grito ahogado que intentaba trepar por su garganta.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.